Lee y escribe

Lee y escribe

domingo, 23 de abril de 2017

La casa pequeña

http://sp.depositphotos.com/46462603/stock-photo-little-girl-running-in-the.html
Erika Lista

Había una vez una niña llamada Martina que vivía en una casa muy, pero muy pequeña. No podía invitar a sus amigas porque no había lugar para jugar a las muñecas y divertirse. Entonces, Martina le pide permiso a su papá para jugar en casa de sus amigas Micaela, Camila y Luzmila. De tanto ir y venir Martina empezó a aburrirse, se cansaba porque no tenía otra cosa. Un día para ir a jugar salió por la puerta de atrás de su casa, caminó por el jardín hasta llegar a la casa de su amiga y se dio cuenta, igual, que la caminata era grande y larga. El jardín de la casa de Martina era grande, con rico aroma de las flores que plantaba su papá: margaritas, rosas, malvones y alegrías. Desde entonces supo que podía invitar a sus amigas a jugar en el jardín de su casa. Se puso muy feliz.

Fin

sábado, 22 de abril de 2017

Tempestad

http://www.encuentos.com/cuentos-para-padres/tempestad/
María Teresa Di Dio 

Se acercaba una tormenta; se podía escuchar a las olas estrellarse contra las rocas y al viento helado azotar con furia la casa.

El frío se colaba por las hendiduras castigando el cuerpo de la mujer que temblaba también de miedo. Truenos y relámpagos resonaban en la distancia… Esta es la historia de un personaje triste y solitario.

Vivía en aquella casa desde que tenía memoria, que también había envejecido con ella. Su esposo e hijo no habían regresado del mar… La melancolía y la tristeza eran sus únicas compañeras.

Había llegado a la casa de los que fueron sus padres apenas se había casado con aquél pescador y allí había nacido su hijo. Tan sólo si la vida le diera un respiro, algo por lo que vivir, pensaba Josefina… Sentada en la cama a la luz de una vela, que dejaba un olor a rancio hasta el amanecer. Josefina rezó y pidió perdón a Dios por no hacerlo todos los días.

A lo lejos entre el vendaval escuchó gritos. Abrigándose, salió; las ráfagas de viento amenazaban con hacerla caer. Entre las rocas una lancha pesquera se astillaba y los hombres, que trataban de salvar a sus compañeros, eran barridos por el fuerte oleaje. Se olvidó del frío y prestó sus manos a los pescadores…

Después de unas horas pudieron ponerse a salvo… Regresó con ellos, empapada y tiritando de frío.

En la vieja cocina a leña les preparó un tazón de sopa para reconfortarlos...

Todo lo sentí, todo lo sufrí aquella noche en que mi lancha resultó destruida por la tormenta. Josefina tiene hoy un puesto dónde vende lo que nosotros pescamos…
¡Su vida ha cambiado!

Fin

Entrada destacada

La casa pequeña

Entradas populares